Homiía: Mayo 1, 2022, III Domingo de Pascua
Jesús les dijo: “Vengan a almorzar”.
Mi mamá cocinaba nuestras comidas familiares a la manera tradicional de la India, preparando todo con ingredientes frescos y cocido a la leña. Pasaba la mayor parte de su tiempo en la cocina cocinando para sus siete hijos. También trabajaba en la granja familiar. Sin embargo, todos los días, a la hora de comer, cuando terminaba de cocinar, nos llamaba a todos: “vengan para comer”.
Incluso cuando no nos habíamos portado bien o cuando estaba enojada y molesta con nosotros, siempre que la comida estaba lista, mamá llamaba. Ella debe habernos llamado miles de veces hasta el día en que fue enterrada. Las invitaciones a la hora de comer de mi mamá todavía resuenan claramente en mi corazón.
Otra tradición india, mi mamá nunca se sentaba a comer con nosotros cuando teníamos invitados para cenar, tenía que esperar hasta que nosotros, incluido papa y los invitados termináramos de comer antes de comer ella. Mi mamá siempre se aseguraba de que estuviéramos bien alimentados. Así fue como ella nos mostró su amor.
“Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” Mateo 20:28.
Antes de morir, Jesús sirvió. Después de resucitar, Jesús continúa sirviendo.
“Vengan a almorzar”. Antes de este relato evangélico, Jesús ya se había aparecido a los discípulos dos veces. Y han llegado a creer plenamente que Jesús es Señor y Dios. Pero, ¿qué van a hacer con sus vidas a partir de ahí? ¿Cuándo se les aparecerá Jesús de nuevo?
Sin saber las respuestas, Simón Pedro decidió ir a pescar, algo que hacía en la vida antes de conocer a Jesús, algo que hacía sin éxito cuando Jesús lo llamó. Esta vez volvió a fallar. Trabajaron toda la noche pero no pescaron nada, hasta que apareció Jesús.
Jesús ya habia preparado la brasa, el pescado y el pan. Sabía que sus discípulos irían a pescar. ¿Cuánto tiempo había estado allí esperando que desistieran de intentarlo solos y volvieran a la orilla para recibir Su ayuda?
Cuando los discípulos siguieron la sugerencia de Jesús, pescaron muchos peces. Fue una buena pesca de Cineto Cincuanta tres peces grandes. Los estudiosos de la Biblia explicaron que en la antigüedad, la gente creía que el mundo tenía 153 especies de peces.
La pesca de los discípulos representaba así al mundo entero. Solos, no pescaron nada. Con Jesús, trajeron al mundo entero. Entonces, ¿qué les dijo Jesús?
“Vengan a almorzar”. No estaba preocupado por su gran pesca, no habló sobre su larga noche de fracaso, no preguntó sobre su semana pasada. Él lo sabía todo. Solo quería darles de comer. Él solo quería estar con ellos. Aunque sabía que finalmente pescarían mucho, aún así cocinó pescado para ellos. Quería servirles Su pescado, Su pan.
Todos los días Jesús nos prepara una buena comida y nos invita a “venir, comer, beber”. No importa cuán gravemente hayamos fallado en la vida, o qué gran éxito hayamos logrado, o cuán pecaminoso haya sido nuestro pasado, Él nos invita. Él lo sabe todo, pero simplemente quiere alimentarnos. Él quiere darnos su pan de vida, su vino de amor.
No necesita nada de nosotros, solo quiere que vengamos y seamos alimentados. “Vengan a almorzar”. Esta es una invitación abierta.
Este es nuestro Dios, que ama a cada uno de nosotros incondicionalmente y sin limite. Le preguntó a Simón Pedro: "¿Me amas?" y le ordenó: “Apacienta mis ovejas”.
Jesús alimentó a Sus discípulos y luego ordenó a Simón Pedro, la roca de Su Iglesia, que alimentara al resto del mundo. Y eso es lo que hace la Iglesia.
Si alguna vez ha intentado buscar Misa transmitida en vivo durante los tiempos de Covid, es posible que haya notado que cada minuto, día y noche, se celebra una Santa Misa en algún lugar del mundo. La consagración del pan y el vino en el sagrado Cuerpo y la Sangre de Cristo ocurre las 24 horas del día en todo el mundo. Se da libre y totalmente, cada minuto, cada día, a través de la Iglesia.
San pio de pietrelcina dijo: “Sería más fácil para el mundo sobrevivir sin el sol que hacerlo sin la Santa Misa”.
Si amas a Jesús, ven a tomar el alimento que Él te prepara todos los días. Cuéntales a otros sobre esta invitación abierta y trae a alguien contigo para compartir la comida. Amén.
Amen!
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