Homilía: 3 Julio, 2022, XIV Domingo Ordinario

 “Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias”.
Jesús está enviando a sus discípulos a proclamar la buena nueva de la salvación a todos. Sin embargo, su instrucción suena como si los estuviera enviando a morir, a una misión peligrosa. En lugar de avisarles que traigan todas las necesidades y recursos para ser autosuficientes e independientes, les está diciendo que sean indefensos y vulnerables.
¿Pueden manejar?
Jesús es el cordero de Dios. Su misión es dar Su vida por Sus ovejas. Él es totalmente dependiente sólo de Dios. Él no necesita nada más de este mundo para cumplir Su misión. Y ahora Él está enseñando a Sus discípulos a hacer lo mismo. Él nos está diciendo que hagamos lo mismo.
¿Podemos manejarlo?
Parece difícil, ¿no?
Tengo un muy buen amigo, Doctor Samuel Thomas. El es un ministro pentecostal también presidente de una organización internacional llamada Hope Givers que da esperanza de un futuro mejor a los niños huérfanos, abandonados y desfavorecidos. 
En la India, fundada por su padre y ahora bajo su liderazgo, han establecido setenta mil iglesias. A pesar de haber recibido múltiples amenazas de muerte y riesgos de asesinato, e incluso encarcelamientos, nada lo detiene.
Una vez le pregunté: Sam, ¿cuál es el secreto de tu éxito? Sin pensarlo dos veces, respondió que su primera prioridad, segunda prioridad y tercera prioridad son proclamar la buena nueva, proclamar la buena nueva y proclamar la buena nueva. El resultado es su ministerio creciente. Quiere ser mártir por el evangelio. Aunque no siempre estoy de acuerdo con su interpretación de las Escrituras, admiro su espíritu.
¿Qué pasa con nosotros? ¿Podemos proclamar el evangelio sin miedo, con un espíritu imparable? ¿Podemos salir al mundo llevando nada más que la palabra de Dios?
En realidad, no necesitas salir de tu casa para predicar el evangelio. Santa Teresa de Lisieux es la patrona de las misiones. Vivió solo 24 años y ni siquiera ha salido de su convento. Sin embargo, es santa y doctora de la Iglesia, por su fe sencilla y firme, por su vida sencilla y auténtica.
Para convertirse en un misionero del evangelio, no necesita salir al mundo. Predique y viva el evangelio en su familia, sea un buen modelo a seguir para sus hijos, sea un buen testimonio para sus vecinos. 
Tu vocación es convertir a tu familia en iglesia, tu campo misionero es tu casa, tu barrio, tu alrededor, tu lugar de trabajo, tu escuela.
¿Se siente inadecuado, incompetente, no calificado?
Jesús envió a pescadores y publicanos, no a predicadores profesionales. Jesús dice: “No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias” Verdaderamente, no necesitamos nada extra para predicar el evangelio. No necesitamos un título en Teología o Sagrada Escritura. Solo necesitamos a Jesús: su espíritu, su gracia, su amor. Esto viene de nuestro bautismo, los sacramentos y una relación personal con Jesús.
Si todos nosotros leemos la palabra de Dios diariamente, recibimos los sacramentos regularmente y nos conectamos con Jesús en oración, habrá grandes cambios en nuestra parroquia, en este país, en el mundo. Habrá grandes cambios en nuestra vida.
Primero, proclama el evangelio a ti mismo. Entonces sabrás cómo proclamarlo a los demás.


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